Este tema me resulta complicado. El hombre jamás dejará de ser parte de la naturaleza, y jamás podrá hablar con propiedad sobre “dominar la naturaleza”. La naturaleza, energéticamente, tiende al caos, al desorden, a su estado de máxima estabilidad. La vida es sólo una oposición temporal a dicha tendencia. Temporal, porque la muerte regresa al hombre al estado de máxima entropía y estabilidad natural. Para oponerse a dicha tendencia, los humanos, y la materia viva en general, se ven obligados a consumir mucha energía. Obviando accidentes y causas similares, el hombre perecerá cuando no pueda procurarse energía, o cuando sus órganos ya no puedan procesar apropiadamente la energía. De esta forma, la vida requiere una búsqueda constante de energía, una lucha por la energía. En sociedades altamente entrópicas, donde la energía y/o su distribución y transformación es muy deficiente, resulta muy improbable una conciencia global, un sentimiento de solidaridad, el amor al prójimo. Si una persona apenas consigue energía para sí misma, ¿cómo esperar que comparta con los demás? En principio, desde la frialdad lógica, es así. Ahora, muchos simplemente padecen de egoísmo, y otros despilfarran la energía. También dice el judío más sabio de todos (al principio de Lucas 21): “En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos. Porque todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía.”
2 thoughts on “Bienestar de las personas”
Ibapasando
Prefiero ayudar a los animales que a los humanos, los humanos son muchos y damos asco, los animales son pocos y actuan de forma natural.
Ale
Este tema me resulta complicado. El hombre jamás dejará de ser parte de la naturaleza, y jamás podrá hablar con propiedad sobre “dominar la naturaleza”. La naturaleza, energéticamente, tiende al caos, al desorden, a su estado de máxima estabilidad. La vida es sólo una oposición temporal a dicha tendencia. Temporal, porque la muerte regresa al hombre al estado de máxima entropía y estabilidad natural. Para oponerse a dicha tendencia, los humanos, y la materia viva en general, se ven obligados a consumir mucha energía. Obviando accidentes y causas similares, el hombre perecerá cuando no pueda procurarse energía, o cuando sus órganos ya no puedan procesar apropiadamente la energía. De esta forma, la vida requiere una búsqueda constante de energía, una lucha por la energía. En sociedades altamente entrópicas, donde la energía y/o su distribución y transformación es muy deficiente, resulta muy improbable una conciencia global, un sentimiento de solidaridad, el amor al prójimo. Si una persona apenas consigue energía para sí misma, ¿cómo esperar que comparta con los demás? En principio, desde la frialdad lógica, es así. Ahora, muchos simplemente padecen de egoísmo, y otros despilfarran la energía. También dice el judío más sabio de todos (al principio de Lucas 21): “En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos. Porque todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía.”
No es, ciertamente, un tema sencillo.
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